La mujer en la Antigua Europa era la regente, gobernadora, reina, sacerdotisa y diosa, gozaba de autonomía y libertad sexual. En ella se reunían la totalidad de los opuestos, sostenía el equilibrio del orden universal y no existía la relación entre su sexualidad y la procreación.
Las figuras del paleolítico mostraban formas de gran volumen, vulvas, pechos, nalgas y vientre. Eran sociedades matrilineales basadas en el culto a una diosa única y universal, celebraban ceremonias de embarazos y orgiásticas donde se les solicitaba fecundación a la diosa del agua con bailes en torno a árboles y frutos.
Este culto a lo femenino fue destruido por parte de una serie de invasiones de los indoeuropeos, la diosa fue sustituida y sus manifestaciones pasaron a ser esposas, hijas y consortes. El patriarcado se fue instalando de forma violenta y agresiva, surge la dominación masculina y la apropiación de poderes que originalmente le correspondieron a la mujer.
El patriarcado ha sofocado la existencia de la presencia femenina amorosa, mientras la energía masculina descansa detrás de nuestros pensamientos, sentimientos y creaciones. Los hombres arrebatan a la mujer la profesión de instruir y el derecho de adquirir conocimiento, desacreditando símbolos de conocimiento, nutrición y abundancia .
La represión femenina que se vive en la sociedad patriarcal se vive desde el miedo, toda su vasta y rica expresión de la figura femenina fue mutilada, lo que ha generado un alejamiento de la energía femenina. Todas las personas debieron adaptarse a las normas y valores del patriarcado, prohibiendo toda manifestación de rituales sagrados.
La mujer noble nacía para criar y ser criada dentro de la casa, debía utilizar perfectamente el arte de la cocina y el tejido, debía ser sumisa, modesta y recatada. Durante su soltería estaba sujeta a la autoridad paterna y luego al esposo, quienes les exigían castidad y fidelidad hasta la muerte, no podían tener relaciones antes del matrimonio, sino, se les humillaba, repudiaba y se les amenazaba con la muerte. La mujer en la esclavitud no gozaba de libertad alguna, se les consideraba mercancía e incluso había diferencias entre esclavos y esclavas. La mujer se encontraba permanentemente insatisfecha sexualmente, definiendo su identidad a partir de la entrega a los otros.
El patriarca tiene dominio y derecho de juzgar, castigar y controlar la sexualidad femenina, por ejemplo, si la mujer que se negaba al matrimonio, se exponía a la violación y ofensas del marido. Se encontraba legalizada la muerte, el maltrato y el castigo cuando la mujer no cumplía con las reglas establecidas: por no llegar virgen al matrimonio, por adulterio, pereza, castidad, prácticas lésbicas o abortos.
Experiencias de subordinación, menosprecio y desigualdad han quedado impresas en el cuerpo y en la psique como memoria. Con la violación a nivel físico, moral y psicológico se les quitaba el poder de sentir, pensar y accionar, heredando toda clase de acusaciones y rechazos, e instalándose como sistema de creencia que surge con el patriarcado, descansa en la familia y en la religión judeo-cristiana que viola la verdadera historia de la mujer.
Las mujeres hemos vivido una historia de sufrimiento y dolor que se encuentra grabada en nuestro cuerpo, reprimida y bloqueada, negada y rechazada, que se imprime en estructuras energéticas o arquetipos que nos mantienen alejadas de nosotras mismas.
Sentimientos de arrepentimiento, de impureza y de ser espiritualmente inferiores frena esa capacidad de sentir, disfrutar y gozar en el orgasmo. El acto sexual ya no estaba asociado a lo sagrado sino a lo Bestial, que conlleva sentimientos de culpa, vergüenza y remordimiento al conectar con sus órganos, sus sensaciones y su deseo de sentir placer en la exploración y conocimiento de su energía sexual, que no es mas que energía de vida.
Los arquetipos conforman la historia, rescatan memorias ancestrales y abarcan toda experiencia de forma universal, estas imágenes se presentan previo a un significado, es un material que se encuentra latente y para verlos debemos entrar al mundo de los símbolos y dar sentido a nuestra existencia.
La tarea se centra en vivir y reconocer los arquetipos femeninos con conciencia, lo que nos lleva al crecimiento, aprendizaje y a su pronta liberación. El arquetipo representa un contenido inconsciente, como formas típicas de conducta que se manifiestan afuera y que se viven desde las emociones. Al abrir la memoria y el camino a los instintos mas desconocidos que representan al espíritu, incorporamos conocimiento en la experiencia de vivir.
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