Existe una situación o un estar existencia que debemos enfocar en el aquí y ahora, esta situación es una totalidad que toma distintas manifestaciones relacionadas por una estructura latente, como un hilo conductor, una estructura afectiva que no puede expresar y donde el consultante se encuentra atrapado e ignora sus emociones que vive desde el apego. La persona busca saber sobre si misma y su sufrimiento.
Desde los 12 sanadores podemos encontrar un tipo floral arquetípico donde la personalidad se encuentra como modos habituales de ser, sentir y vivir frente a si mismo y el mundo. Es un modo de ser, temple o estado de animo que el alma elige para la lección que tiene que aprender. Con las flores vamos a lo profundo del consultante, se centra en la persona y su experiencia subjetiva, en su singularidad y por lo tanto en como se ve afectado por su enfermedad.
La personalidad original se desvía por resistencia al dolor y el esfuerzo que implica el aprendizaje del Alma, se encuentra interferida y descarriada de la misión que debe cumplir y el camino que transita dejar de ser el mismo. El alma se encuentra incompleta, tiene heridas que debe sanar, y es ahí donde las flores actúan ayudando a descubrir lo que se desconoce de uno mismo, dando luz y lectura a las emociones sofocadas.
El consultante expresa y se beneficia al repensar su historia y su conflicto, debe sentir y conectar con la emoción (catalizar) para poder transmutarla y luego ver la virtud opuesta para saber lo que nos quiere enseñar. Se encuentra fragmentado al igual que su historia, se ven aspectos contradictorios de si mismo y que debe integrar para alcanzar una nueva totalidad.
La enfermedad o malestar posee una esencia permanente que la define, existen situaciones críticas o un factor específico desencadenante que coincide con su aparición. Los pensamientos erróneos respecto a este factor deben ser puestos en orden para así resignificar su historia. La enfermedad o malestar es símbolo y relato de un significado omitido, que protege y encubre experiencias pendientes que forman parte de su sombra, son retazos que buscan ser integrados en la totalidad del ser.
El mito personal del consultante se estructura a partir de donde le gustaría estar, que tipo de vida tener para poder ser auténticos con nuestra historia personal. Este mito le da significación a su vida y descubre quien es como una verdad que se relaciona con cada hecho apasionado y coherente con sus valores y creencias, el Alma y la personalidad se encuentran así en armonía. Para el alma no existe el tiempo, lo pendiente sigue vivo e interfiere en el presente como un hecho latente que vive dormido en el inconsciente.
El lenguaje nombra la mascara al revelar y ocultar, por un lado encumbre y por otro pone en evidencia al igual que la corporalidad, que como geografía simbólica muestra gestos que en terapia se interpreta y entrega una palabra plena y encarnada que puede sanar.
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